En este artículo, titulado «Sociedad Civil: El ‘Demos’ Organizado», analizo el papel esencial de la sociedad civil como mecanismo de control del Estado en las democracias modernas. Parto de la premisa de que, aunque el Estado moderno ha sido fundamental para el progreso social y económico, su centralización y poder desmesurado representan riesgos que debemos controlar. Aquí argumento que la «sociedad civil», entendida como la organización de los individuos en cuerpos intermedios, es clave para equilibrar el poder entre los ciudadanos y el Estado.
Distinguir entre democracia liberal y socialismo es fundamental en este análisis. Defiendo que la democracia liberal, basada en la libertad individual, el respeto a la ley y la igualdad ante esta, es el único sistema que permite un progreso sostenido. En contraste, critico el socialismo por ser incompatible con la naturaleza humana, al priorizar el control estatal sobre la libertad individual y limitar el desarrollo de las personas.
Destaco la importancia de los instrumentos tradicionales de control, como la división de poderes y los procesos electorales, pero subrayo que son insuficientes sin una sociedad civil activa, informada y crítica. Apoyo esta idea con reflexiones de grandes pensadores como Tocqueville y Montesquieu, quienes enfatizan la necesidad de controlar el poder para garantizar la libertad.
Mi intención con este artículo es enfatizar que solo una sociedad civil organizada puede salvaguardar las democracias representativas frente a los riesgos del autoritarismo. Llamo a fortalecer los mecanismos de control y a fomentar un debate público plural que mejore la calidad democrática. La sociedad civil, como el demos organizado, es nuestra mejor defensa contra los abusos de poder, garantizando la libertad, el progreso y el desarrollo humano en una sociedad justa y equitativa.
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